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Testimonio de experiencias y aprendizajes: Blog2

¿Cómo quiero ser tratado?

  • Foto del escritor: Rafael Govela
    Rafael Govela
  • 14 ene 2019
  • 3 Min. de lectura

Los malestares de las quimioterapias y del cáncer ya los he comentado; una profunda pesadez en la cabeza, gran cansancio y muchos otros efectos que no quiero pormenorizar, pero son en su conjunto tremendos y se prolongan por varios días, van disminuyendo poco a poco, pero se extienden, en ocasiones, por semanas. No solo eso, sino que después de tantos tratamientos me he debilitado, yo no tengo la misma fuerza física de un inicio. Ahora me siento mucho más vulnerable y sensible.


Todo ello representa un gran desafío emocional. Enfrentarlo me requiere un gran esfuerzo, un gran trabajo de serenidad para no perder el equilibrio y tratar de conservar la ecuanimidad para no permitir que me devoren. Contactar mi interior y trabajar desde el alma, con fe, con esperanza, con entusiasmo y mi mejor ánimo. Pero con todo y todo los efectos están presentes y me siento muy mal.


No solo verme envuelto en esos malestares, si no principalmente los efectos del cáncer genera en mi familia y amigos una gran preocupación, una gran aflicción; “el miedo a la muerte que se vislumbra en el panorama”. Tal vez desesperación que nace de la impotencia. ¿qué pueden hacer?


¡Mucho pueden hacer!: tratarme con amor y cariño, con suavidad, mostrarme su afecto, ¡eso es lo más importante! Que logren vencer sus temores, su desconsuelo y se acerquen a mi con alegría y paz, con la cara relajada, con una sonrisa y me den un abrazo prolongado y dar gracias a Dios por cada día que estoy vivo.


Yo no estoy triste, ni preocupado. Porque he tomado al cáncer como un desafío y en esta lucha he encontrado un camino de superación, que me ha llevado a un muy importante crecimiento y fortaleza espiritual, que de otra manera no hubiera logrado.


Pero en ello necesito mucha paz, paz en mi y en mi entorno. Las prisas y correteos no van. Las caras afligidas, apesadumbradas que expresan ese temor, no van. Lo que va es la naturalidad y una actitud pausada. El enojo, el mal humor, la aridez y las tensiones es lo peor que me puede pasar, muy duro de enfrentar.


Necesito comprensión y más que eso, la compasión nacida del amor. Nunca de la lástima que nace del temor de la mente. Como ya lo cité en otra narración, dice Stephen Levine: “Cuando tu miedo toca el dolor de otro, se convierte en lástima; cuando tu amor toca el dolor de otro, se convierte en compasión” (i)


Yo sé que no es fácil, nada en este camino es fácil, a todos los miembros de la familia nos enfrenta a nuevos horizontes antes desconocidos. Su preocupación y temor es legítimo. Para ellos es también un reto a veces, difícil de concientizar que les empuja a un cambio de actitud, una apertura de la mente para lograr la aceptación de una realidad que no les gusta, pero que podría incitarlos a concentrase en el amor, en la vida.


También entiendo que aun en medio del malestar debo estar pendiente de mi esposa, la principal afectada de toda la familia. Tratar de contenerme, dar mi mejor cara, lo mejor de mí. Cuidar mis actitudes buscando mitigar su dolor. A veces no lo logro, lo sé, es allí donde es más importante su compasión frente al enojo y el mal humor.


Estoy consciente de que las reacciones negativas de los seres queridos afectan al enfermo, pero que a veces, es este quien principalmente debe sentir compasión ante el enojo de quienes no se dan cuenta de que el miedo no es beneficioso ni para ellos ni para quien padece el cáncer. En este sentido es importante poder tener una comunicación abierta, un diálogo comprensivo sin culpas ni reproches, solo entenderse mutuamente para desarrollar, en medio del temporal, un ambiente relajado de paz y armonía.


No hay una sola historia.


Amo a la vida, agradezco que estoy vivo, lucho para seguir estándolo. He liberado a mi mente, entre muchos otros, del aferramiento a la salud y al bienestar, para lograr una plena aceptación de mi realidad, sin quejas ni reclamos. Encontrar en este reto un camino de superación y trascender el dolor a través del crecimiento y fortaleza espiritual. Una oportunidad para comprender el sentido de mi sufrimiento, en un plano creativo. Convertir el reto en una experiencia positiva.


Cancún, Quintana Roo, septiembre de 2018.


(i) Página 257 del Libro Tibetano de la vida y de la muerte. Sogyal Rimpoché.

 
 
 

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