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Testimonio de experiencias y aprendizajes: Blog2

La Visión de la Muerte: Una Ventana a la Vida

  • Foto del escritor: Rafael Govela
    Rafael Govela
  • 14 ene 2019
  • 3 Min. de lectura

Es el cáncer una de las principales causas de muerte en el mundo; en México, es la tercera más importante, después de la diabetes y las enfermedades cardiacas, y esto es bien conocido en todos los medios sociales. Además, los tratamientos son, hoy en día, muy caros y muy temidos. ¡Las quimioterapias gozan de una amplia fama del horror!


Cuando me diagnosticaron cáncer, tuve un fuerte impacto, y lo primero que apareció en mi panorama fue la visión de la muerte. Han pasado ya casi tres años a lo largo de los cuales he realizado muchos esfuerzos para combatirlo tanto en el plano médico: quimioterapias, inmunoterapias, radioterapias y muchos tratamientos más, como en el físico siguiendo una sana alimentación y sin dejar de hacer ejercicio, en suaves rutinas, las que últimamente no he podido reanudar por que estoy muy debilitado. También, y más importante, en el plano emocional, espiritual, donde he logrado un gran crecimiento.


Han sido el cáncer y la visión de la muerte; la visión de mi muerte, los que me han hecho cambiar de actitud, trazar un giro, volver la mirada al interior, descubrir la fuerza del espíritu y liberarme del miedo a la muerte, generar confianza y sostener mi fe.


Con la visión real de mi muerte y con esa mirada hacia mi interior, decidí bajar, bajar y seguir bajando hacia las profundidades de mi ser, y descubrí que ahí es donde moran el alma, la luz, la serenidad, el amor y que es un lugar donde vive esa esencia divina en todos y cada uno de nosotros.


Ha sido tan sanador reencontrar el perdón: a mí mismo, a todo mi pasado, a mis peores actuaciones… Perdonar, perdonar y seguir perdonando a todos los acontecimientos y personas que a lo largo del camino me han herido o a las que yo he herido.


Decidí perdonar y pedir perdón por toda incomprensión, por toda desarmonía, hasta llegar a la aceptación plena y serena de mis verdades, sin quejas ni lamentaciones. Todo está como está. Es lo que es hoy mi realidad de salud y de vida, y aquí estoy y puedo decir, aunque parezca contradictorio o sorprendente: ¡me siento pleno!


Lo intento una y otra vez, otra y otra vez… Volverlo a hacer, repasar y limpiar todos esos pensamientos, recuerdos y emociones negativos hasta quedar en paz y, desde allí, despedir todo resentimiento, odio, rencor, inseguridad y temor. Limpio en el viento.


Todo pasado de dolor y amargura hay que soltarlo, dejarlo ir y ver cómo se aleja, despedirlo con bendiciones y una gran sonrisa hasta quedar en absoluta paz. Llegar a esa conciencia, tras ver la muerte de cerca, es un renacimiento misterioso y curativo que me permite reconocer y amar la vida, despertar la confianza de mi espíritu, para conocer mi esencia divina.


Este giro fue un cambio trascendente en la forma en cómo estaba acostumbrado a ver la vida, siempre hacia el exterior. Nuestra cultura occidental y el alud informativo de los medios nos siembran de manera permanente infinidad de mensajes subliminales y ruido que nos distraen de nuestro interior, hay un miedo profundo y escondido de ver y conocer nuestro interior.


El silencio y la quietud no tienen cabida en la vida rápida y agitada en la que las preocupaciones y el diario quehacer ocupan toda nuestra mente, en la que los clichés y las ideas preconcebidas nos manejan y nos alejan de la sana reflexión.


¿Qué pasará cuando muera? Hoy estoy en paz, no tengo miedo. Hoy que he hecho las paces conmigo mismo. Es la visión de mi muerte la que me ha llevado a “purificar” mi pasado y verlo con amor. La visión de esa muerte es ahora una ventana a la vida.


En verdad, estoy en paz, vivo en paz y eso me da una gran dicha y una certeza profunda. “Llegar lentamente con gratitud y alegría, a encontrarnos cara a cara con la verdad de lo inmutable, con la verdad de la naturaleza inmortal e infinita del espíritu”.


Aferrarme a lo viejo era prolongar el dolor y retrasar lo nuevo. Así que hoy apuesto por soltar lo que está muriendo y darme la posibilidad de experimentar el vacío, comenzar de nuevo y cerrar los ciclos inconclusos que no me conducen a nada, y cuya semilla es estéril.


Beber la lección de aprendizaje, dar el paso, tomar decisiones, abrir puertas, afianzar la iniciativa con mucha fuerza y claridad de pensamiento, purificar y armonizar la sanación de los vínculos ancestrales, asir las riendas de mi vida y apreciar su belleza, abrirme a los cambios y fluir con ellos, con adaptabilidad, es el reto cotidiano que hoy y de cada día asumo.


Cancún, Quintana Roo, septiembre de 2018

 
 
 

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