Los poderes de la meditación y la oración
- Rafael Govela
- 14 ene 2019
- 3 Min. de lectura

Hay mucho escrito sobre la meditación y la oración, y son promovidas insistentemente por todas las religiones y filosofías espirituales. Yo sólo quiero destacar la gran importancia que para mí tiene integrarlas a mi vida cotidiana.
La experiencia de la meditación exige la rendición de nuestra mente egocéntrica para abrir un espacio y establecer contacto con nuestro interior y el espíritu que a todos nos anima. Requiere de silencio y quietud, de voluntad y práctica diaria, de devoción y concentración.
Hay que iniciar la meditación sin expectativas, sin exigencias, haciendo inhalaciones y exhalaciones, despejando los pensamientos y las preocupaciones que pasan por nuestra cabeza y dejarlos ir sin prestarles atención, hasta alcanzar un estado de silencio interno para llegar a nuestro interior y percibir nuestra esencia sagrada.
Hay que descubrir la energía y el poder del espíritu y de su enorme luz. La paz que trasciende todo entendimiento. Descubrir la mismísima fuerza divina que todos poseemos.
La meditación no es para obtener resultados sobrenaturales o milagrosos. Para mí no se trata de un ritual de místicos, de un ensimismamiento absoluto como el de un ermitaño encerrado en su cueva, alejado de la realidad, sin interacción con los demás.
Es alcanzar un estado que aquieta a nuestra mente y nos permite cambiar nuestros pensamientos y emociones, que se traducen en acciones.
Es vivir en un estado de serenidad y paz, que nos da la fuerza para superar el estrés, las presiones de la vida diaria y las desarmonías con los demás.
Nos permite acercarnos a los otros estableciendo armonía y entendimiento y, cuando ello no es posible, dejar pasar la situación sin generar fricciones, malos entendidos y discordia.
Es vivir con la mente llena de pensamientos y emociones positivos, que cambian nuestra vida y nos darán alegría y bienestar. No es un hacer, nos aparta de la superficialidad y nos acerca a lo hondo del ser.
La meditación es sencillez, no es esforzarse, sino abandonarse sin apegos. El desapego nos da la libertad de iniciar el camino interior.
Desapego es renunciar, como dice Joseph Mattam S.J. en la introducción del libro de Anthony de Mello Una llamada al amor: consciencia-libertad-felicidad, a cualquier sistema de creencias, ideologías, fórmulas e inclinaciones, y acceder a la vida, el amor, la felicidad y estar solo.
Es superar los obstáculos de los instintos, deseos, sistemas de creencias. En una palabra, es liberarse de los condicionamientos y conseguir ver, conseguir amar.
El desapego y despejar la mente le quitan poder a ese tumulto de pensamientos que nos agita todos los días, que nos domina y nos arrastra al torbellino de nuestras propias neurosis.
Lograr un estado mental sereno va más allá de esos momentos de meditación, impregna todo lo que hagamos, todas nuestras tareas.
Al integrar la meditación a la acción, ponemos nuestra vida en armonía, unidad y energía divina que encontramos en la profundidad de nuestro ser para, desde ahí, vivir nuestros días.
Nos ayuda a estar en equilibrio, elimina las preocupaciones y los temores
Para mí, como ya repetidamente lo he mencionado en las narraciones anteriores, el fruto de la meditación ha sido una enorme ayuda para soportar las desgracias y las circunstancias adversas y encontrar la fuerza, la fe, la esperanza… que me permiten transitar por estos días tan complicados, donde el sufrimiento y los malestares me abruman.
Me ha permitido entender que esta enfermedad ha sido la puerta para evolucionar y hacer contacto con mi espíritu esencial divino, que está unido a todos, y encontrar la paz.
La oración es diferente, es un hablarle a Dios, creo que se convierte en un monólogo, no creo que sea un diálogo, al menos yo no lo he logrado.
La oración puede ser de varias maneras: (i) de petición, (ii) de gratitud, (iii) de alabanza, (iv) y otras. Todas son válidas y muy necesarias.
Yo prefiero la oración con mis propias palabras, nacida de mi intuición y creatividad, según el momento en que me encuentre.
Salvo unas cuantas, encuentro las oraciones ya construidas aburridas y realmente no expresan lo que yo quiero decir.
Algunas son sublimes, hermosas, pero ajenas a mis sentimientos. No son mías. No las descalifico para nada, hay muchas personas a las que les gustan.
En fin, meditar y orar, que desde mi juventud he venido realizando, han sido poderosas herramientas en este azaroso camino, sin las cuales, estoy seguro, hoy no estaría escribiendo estas líneas.
Recomendación:
Anthony de Mello Una llamada al amor: consciencia-libertad-felicidad. (Sal terrae.)
Hay miles de libros sobre la meditación, escoge el que más se acomode a tu estilo y empieza a meditar “YA”.
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