Con mi propio vuelo.
- Rafael Govela
- 14 ene 2019
- 1 Min. de lectura

Es bello, bellísimo, dejar que vuele libre la imaginación con sus alas extendidas, esas preciosas fantasías; cerrar los ojos, voltear la mirada al interior, llenarme de paz y soltarla del dominio de la mente y, sin expectativas, que me lleve a donde sea.
En mis meditaciones, he despedido todo pensamiento y emoción negativos, toda preocupación. Me concentro en el momento, inspiro y expiro, y acallo la mente hasta el silencio.
Así, voy a lugares desconocidos y místicos o a parajes impregnados de recuerdos que (al hacerlos conscientes y valorarlos) se tornan tesoros hechos de amor, que eternamente formarán parte de mi alma. Puedo revivirlos y descubrir toda su magia.
En medio de la incertidumbre, son un bálsamo estos ensueños, minutos que me llenan de emoción y me hacen sentir amado y protegido, me conectan con mi yo profundo y me dan un renovado impulso para avanzar en el camino.
Octubre de 2018.
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