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Testimonio de experiencias y aprendizajes: Blog2

El bambú

  • Foto del escritor: Rafael Govela
    Rafael Govela
  • 14 ene 2019
  • 3 Min. de lectura

En Oriente, el bambú, por sus características extraordinarias, representa al espíritu. Él es un reflejo de muchas cosas: fortaleza, vitalidad, paciencia, constancia, perseverancia y, sobre todo, grandeza. Además, es una valiosa planta que nos enseña a esperar el tiempo preciso.


En nuestro crecimiento espiritual y personal, en todos los aspectos, podemos inspirarnos en el bambú.


El bambú se prepara para triunfar y, en su camino hacia las alturas, se vuelve poderoso. Si la desgracia cae sobre él y alguien lo corta de manera indiscriminada, este árbol renace y llega de nuevo a la cumbre, incluso empezando de cero.


Nos convendría prepararnos para ser tan fuertes como esta milenaria caña.

El bambú no es una especie cualquiera, se trata de una caña larga y estilizada que crece en zonas húmedas y calurosas.


La semilla tarda hasta más de siete años para germinar. Entre la siembra y el nacimiento del brote, esa semilla echa raíces y, cuando ya está preparada, su tallo alcanza hasta tres metros en un solo mes. Una vez que está listo, su crecimiento es vertiginoso.


A nosotros, no sólo espiritualmente, sino también en todos los sentidos, nos ocurre lo del bambú. Requerimos del tiempo suficiente para acceder a nuestros propósitos y tener la paciencia para crecer. Debemos de tener presente que todo sucede en el tiempo de Dios al igual que ocurre con el bambú.


El bambú primero prepara sus bases para lo que será su sólido futuro y asegura la firmeza que tendrá durante la madurez. Sus raíces son tan fuertes que frenan la erosión que carcome a la tierra, pues no permiten que en épocas de lluvia el piso se desmorone.


Aprendiendo del bambú, debemos preparamos para afrontar la vida y cimentar las bases de lo que será nuestro porvenir. Los resultados no suelen ser inmediatos, sino frutos de nuestra preparación y esfuerzo, de la paciencia y el trabajo constante.


Justo cuando crece, el bambú es capaz de resistirlo todo. Si hay vientos fuertes, los enfrenta. Si bien es cierto que se puede doblar con un vendaval, jamás se quiebra.


A veces, los resultados frustrantes nos golpean tan fuerte que nos resquebrajamos y bajamos la guardia. Lo importante es asimilar esas experiencias y aprovecharlas para superarnos.


El bambú también es un gran transmisor espiritual. Se dice que los peculiares sonidos que producen sus tallos al ser soplados elevan el alma hasta el punto en que pueden conseguir curar y aliviar dolencias con esas vibraciones y canalizar o revitalizar la energía.


¿Qué tanta música componemos para nuestras almas? ¿Las llenamos de amor y bellos sentimientos o damos cabida en ellas a los rencores, los odios y las tristezas? Ésas son oportunidades para superarnos y practicar el perdón, que es una grandiosa virtud que nos libera y nos da paz.


El bambú es sabio y nos enseña la importancia de estar preparado para lo que vendrá, sea “bueno” o sea “malo”. Es importante trabajar para crecer, porque sólo así podremos alcanzar el éxito y ser como el bambú: el mayor ser de crecimiento espiritual y vital que existe en todo el Universo.


Esta caña lo consigue todo gracias a que profundiza sus raíces durante siete años. La verdad es que existen mil aspectos del bambú que deberíamos imitar para lograr cosas extraordinarias y para que la semilla de la madurez germine en nuestra vida.


A veces, descubrimos que defendemos mentiras, que nos engañamos a nosotros mismos y que, con relativa frecuencia, sufrimos por tonterías y ambicionamos tantas cosas que no necesitamos. Si llegamos a tener conciencia de ello, no debemos culparnos, pero tampoco dejar que esos errores se repitan. El fracaso no nos sobrecogerá si nuestra determinación para alcanzar el éxito es poderosa y persistente.


La caña del bambú es tan resistente que algunos la utilizan para elaborar puentes. Sería bueno que nuestra fortaleza emocional alcanzara esa misma resistencia: que sea lo suficientemente sólida como para poder atravesar y enfrentar a las aguas turbulentas. Si somos débiles o no nos preparamos para los grandes retos de nuestra vida, acabaremos pagando muy caro por nuestros desaciertos.


Hagamos como el bambú que, después de sembrar sus bases, se convierte en una caña poderosa, de más treinta y dos metros, a la que se puede cortar una y otra vez y al final siempre sigue en lo más alto. Si las desgracias nos azotan, seamos fuertes para seguir creciendo, a pesar de ellas o, más bien, gracias a ellas. Sepamos afianzar las raíces de nuestros proyectos, principios, habilidades y pensamientos.


En el arte chino del Feng Shui, el bambú tiene también un enorme significado y mucha trascendencia. Los invito a buscarlo en la red.

 
 
 

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