La Compasión
- Rafael Govela
- 14 ene 2019
- 3 Min. de lectura

¿Qué es la compasión? Yo, realmente, no conocía su verdadero significado y su gran importancia, y en este azaroso camino del cáncer lo encontré.
El Diccionario de la Real Academia de la Lengua, lo define como: “Sentimiento de pena, de ternura y de identificación ante los males de alguien”.
La compasión va mucho más allá de la pena o la lástima por la persona que padece, más allá del interés o el afecto. Partiendo de la comprensión de las necesidades y el desconsuelo de los demás, es el profundo amor de hacer todo lo posible para aliviar ese padecimiento. Es una actitud de solidaridad y generosidad para cuidar a otros.
Va más allá de la empatía, pues es la percepción y la compenetración en el sufrimiento del otro, y el deseo y la acción de mitigar, reducir o eliminar tal situación dolorosa. Por lo tanto, es activa, requiere de voluntad de actuar en consecuencia. Ponerse en el lugar del otro, también involucra una generosa capacidad cognitiva y emocional.
La compasión emerge del amor hacia el que se agobia. En cambio, la lástima surge del miedo, es arrogante y con aires de superioridad, y entonces dicen: “¡Ay, pobre, qué mal está, qué pena!” Es un sentimiento negativo, pasivo, que nos separa del prójimo.
Dice Stephen Levine, en El libro tibetano de la vida y de la muerte: “Cuando tu miedo toca el dolor de otro, se convierte en lástima; cuando tu amor toca el dolor de otro, se convierte en compasión.”
La compasión crece al aceptar que todos los seres somos iguales y que sufrimos de manera semejante, sabiendo que no somos distintos ni superiores a nadie.
En mi situación, sintiendo la fuerza de mi propia mortalidad, abro completamente mi alma permitiendo que crezca en mí y, en la meditación, abarcar a quienes penan e integrar con los de ellos mis dolores como una ofrenda de purificación.
Dice Sogyal Rimpoché: “Si, además de tu propio dolor, asumes también la enfermedad de aquéllos que la padecen como tú, con la mente llena de compasión, purificarás, sin la menor duda, el pasado karma negativo que es la causa ahora y en el futuro de la prolongación del sufrimiento.”
La compasión empieza para uno mismo, tratarme con aprecio, sin juzgarme, sean cuales sean mis defectos y debilidades. Desde esa actitud, debo mirar el otro aspecto, el del que ha sido herido por la enfermedad, que genera emociones desconcertantes.
Con el corazón abierto, he de aceptar y abrazar afectuosa y compasivamente todo el dolor y el agravio, pues, al lograr un abrazo autocompasivo, todo ese dolor y ese agravio se derriten.
Compasión para otros es ir más allá del drama personal, comprendiendo que todos estamos unidos. Es integrarse con los demás en un apretón íntimo. Es traer a mí mismo y a los demás ternura, confianza, certidumbre, y generar una corriente de afecto y alegría.
“Las cualidades más importantes de esta vida, las cualidades esenciales, son: el amor y el conocimiento, la compasión y la sabiduría”, nos recuerda Sogyal Rimpoché. También nos dice: “Bendice el don de ser útil”.
Esta frase me ha hecho salir de mi ámbito y saber que, aún en medio de este penar, o tal vez gracias a él, puedo ser útil a los otros. Es aquí donde emana esta intención de compartir mi experiencia, buscando que lleve un rayo de luz a todos los que sufren.
Este desafío del cáncer me ha hecho abrir mi mente hasta comprender una dimensión mucho más grande de mi existencia, que está mucho más allá de los afanes y trabajos cotidianos, para abrazar en mi espíritu la compasión hacia mí y hacia mis semejantes.
Octubre de 2018
Comments