Un rayo de esperanza, una luz con chispitas…

I’m Forrest…… Forrest Gump

Concentrado, elaboraba un reglamento novedoso y creativo en la computadora, en el escritorio de mi cuarto, escuchando música clásica que relaja, pasados ya diez días de la segunda quimioterapia, bajo sus efectos aún desconcertantes y, de pronto, me sorprendí.

La música cambió. ¿Qué tenía que hacer en esa lista “I’m Forrest…… Forrest Gump”? Paulatinamente, una suave luz desde lo alto me iluminó y fue fortaleciéndose; empezaron a caer pequeñas chispas conforme fluían, diáfanas, las notas del piano.

Una profunda emoción se agitó dentro de mí y cerré los ojos. Los rayos descendían de las alturas. Eran blancos, diferenciados, como si la luz traspasara una niebla ligera, y esas chispas caían suaves, desvaneciéndose, casi como copos de nieve.

La suavidad de la música y la orquesta fueron envolviéndome con su calor y sentí una enorme alegría, una esperanza tan honda que lloré, y me sentí bendecido, querido y acompañado.

La visión fue desapareciendo tal como empezó: suave y sosegada. Fue breve, pero intensa y sublime. Me quedé embelesado con gran paz. Agradecido. Son detalles que mi dios íntimo a veces me regala y me hace sentir, como privilegio, su inmarcesible amor.

Cancún, Quintana Roo, 6 de junio de 2018