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Testimonio de experiencias y aprendizajes: Blog2

¿Y si muriera esta noche?

  • Foto del escritor: Rafael Govela
    Rafael Govela
  • 14 ene 2019
  • 3 Min. de lectura

Un profundo dolor me despertó, sentí mordidas en el costado izquierdo. Un jalón fuerte, con la velocidad de un relámpago, me sacó del sueño. Me enderecé molesto y, con dificultad, acomodé la sonda que tenía metida para drenar el pulmón. Hacía cinco días que me habían hecho una pleurodesis (una operación para pegar las pleuras: membranas que recubren los pulmones), porque se me inflamaron y uno de ellos se llenó de agua.


Era de madrugada, estaba en la cama de un hospital, reinaba un absoluto silencio. Mi hija, que me acompañaba, dormía profundamente. En ese momento, lo único que pensé fue: ¿Y si me muero esta noche? No era drama, en la mañana del día anterior me dieron el diagnóstico de las biopsias: “cáncer llamado Mesotelioma”. Es el cáncer que provoca el asbesto. ¿Qué tenía que ver yo con el asbesto? Nada.


Escuchaba mi mente y dialogaba con ella:


El cáncer mata, lo sabes...

Sí, lo entiendo.

Y si sucede esta noche, ¿qué te pasará?

En este escenario, ¿a dónde me quieres llevar?

Sólo te lo advierto: ¿qué pasará?...


Desde hace mucho tiempo, he aprendido, con ciertas dificultades y entrenamiento, a controlar la mente y esos mensajes alocados que nos lanza sin piedad, y a veces nos lleva a escenarios negativos, catastróficos, callejones de angustia… sin darnos ninguna luz. Nos llenamos de preocupaciones que solo nos atormentan y hacen más difícil la vida y luego, casi siempre, no pasan y todo transcurre de otra manera.


Así que no la dejé seguir, pero era cierto, no lo pude negar. Su planteamiento era posible: ¿Qué pasaría? Entonces, cerré los ojos e inicié una meditación como lo sé hacer también desde hace muchos años. Lo aprendí atrás, en el camino, para salir de las tormentas de otras épocas.


Relajarme acostado boca arriba, recorrer todo el cuerpo, soltar los músculos y, sin tensión, sentir, parte por parte, cómo se va aflojando en paz y armonía. Todo muy despacio, sin prisa. El tiempo se desvanece. Hacer respiraciones profundas, lentas, suaves, retener la inhalación y la exhalación, repitiendo mi mantra favorito: “Señor mío y Dios mío”, una y otra vez, vaciando la mente hasta despejarla, hasta que todo pensamiento se vaya, hasta que todo el miedo y la ansiedad se despejen, hasta que todo pase. Encontrarme conmigo mismo, solo. Así, poco a poco, la mente se serena y voy entrando en un espacio diferente. No hay nada, sólo estoy suspendido en la nada. Es muy bello llegar a ese lugar y flotar, libre de todo, sin anhelos ni súplicas.


El propósito de la meditación era “si muero esta noche, ¿qué pasará?” No qué pasará a mi alrededor: la familia, el sepelio... No, lo que me interesaba descubrir era qué me pasará a mí. No conocía ni tenía idea de lo que pasa después de la muerte. Lo desconocido. Qué tema tan enigmático en nuestra civilización occidental saber que con certeza moriremos y no querer verlo. Existe un tabú tácito. No le puedes hablar de la muerte a un moribundo, pero tampoco a un vivo y, además, muy pocos saben cómo hacerlo.


Permanecí en ese espacio no sé cuánto tiempo, me dejé llevar así, sereno, flotando en la nada, y ¿qué encontré? Al final encontré una enorme paz: “¡No te pasará nada!” Sólo una enorme paz en el fondo de mi ser, una paz profunda y bella.


Fue maravilloso, porque esa paz me ha acompañado a lo largo de todo este tratamiento que ha sido tan duro y que ya se alarga por casi tres años. Esa paz me ha dado mucha fortaleza y serenidad para enfrentarlo, sin temor a la muerte. Al contrario, aprecio más la vida y todo lo bueno que tengo y me rodea, aprecio la belleza de cada día.


Nunca antes había pensado en la posibilidad de morir, aunque todos sabemos que moriremos un día, es la ley de la vida, pero, cuando te diagnostican cáncer, yo creo que todos nos planteamos la verdadera certeza de morir y nos da miedo. El temor a lo desconocido, que fluye desde la ignorancia y de tantos conceptos culturales y religiosos.


Entonces, si lo pensamos bien, el cáncer nos da la oportunidad de prepararnos para bien morir, pero ese tema será otra historia. Otro día les cuento más sobre la muerte y de cómo prepararnos para vivir sin temores, lo que nos lleva a amar más la vida y sumergirnos plenos en ella.


Cancún, Quintana Roo, 21 de julio de 2018


Invitación:


¿Has realmente pensado en tú muerte? ¿cómo sería? ¿qué vivirás?

¿Has leído, te has informado?

¿Está preparado?

 
 
 

1 Comment


barblight
Jan 18, 2019

La muerte... a mi muerte la verdad no le tengo miedo desde hace mucho, y pues si al igual que tu se lo debo al cáncer. Pienso en la muerte de manera cotidiana, por qué a fin de cuentas si es cotidiana, no nos gusta, es horrible, pero no hay de otra. La muerte es la culminación de la vida. Para morir, primero hay que vivir. Cómo sería? De manera muy infantil (y creo que es el motivo por el cual no le tengo miedo) la muerte es el estado perfecto todo es perfecto, la temperatura, los paisajes, es vivir eternamente feliz rodeado de todos nuestros seres queridos y familiares que ya murieron. Yo seria feliz de volver a convivir…

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